sábado, 19 de diciembre de 2009

Toros que sangran (fragmento... tercera parte)

e: Amanece en el basural

El sol se eleva hacia la altura aun de plata por las estrellas. Entonces la realidad se presenta cuando coloco los pies en la vereda.
Caminamos rumbo a las labores en medio de un basural. Aun dormidos, los hombres no reparamos en el infierno que nos rodea. Deshechos que ha expulsado la guerra. La pelea del hombre con el hombre. Potencia contra potencia arrojan basura hacia el bello paisaje que en la tristeza de una lluvia, se humaniza.
Estiro las piernas cuando las pongo en acción, camino unos pasos por la vereda helada. Todo mi cuerpo se despereza hacia arriba. Tengo tortícolis pero no me importa.


f: Islas en medio de la infección

De todas maneras existen personas, pequeñas e invisibles a nuestros ojos, que alojan abismos de libertad en su interior. Estas personas, llegado el auge de su vida, deciden ofrendar aquella libertad al otro. Podría hacer listas de nombres casi interminables. No lo haré, no tiene caso la enumeración, pero sin embargo desde el fondo agradezco a esas personas, a esas islas límpidas en medio de la infección, por haber mantenido a flote a la humanidad, en momentos en que esta peligraba con su extinción de la mente de los hombres.
La humanidad, ser humano con el otro, evocarse al bienestar del ajeno que se vuelve hermano.
Dale… dejen de lado la lectura; no hago más que decir lo que ya se sabe. La estupidez y la insolencia nos rodean. Parece que debemos repetirnos las cosas para siempre.

g: Un papel garabateado

Se le da desmedida importancia a una idea volátil de poder cuyo fin, por completo irreal, consiste en atraer el ocio y la felicidad, solo una farsa “alegría” logra el dinero en exceso; una codicia garabateada. Mientras, dejamos de lado al pensamiento humanista que alberga millones de ideas volátiles, más creíbles y hermanas de la felicidad. Si la vida fuese el ocio personal ¿Para qué existe lo plural? ¿El compromiso? (a quién ya nadie se adhiere) ¿Por qué existe una dicha ardiente e infrenable cuando se ayuda al otro? Entonces… ¿Qué caso tiene la riqueza material? ¿Para qué el dinero en cantidad? ¿Para viajar por el mundo y en una de las vueltas conocer el Partenón o a Creta bañada en el rosa del nuevo día? ¿O tal vez para respirar la frescura de Capri o más barato, Cachi? ¿O quizá, finalmente, para proporcionar a nuestros hijos un futuro seguro en cuanto a lo económico, y de esa forma negarles la posibilidad de obrar en el mundo con un trabajo sano y humanitario? ¿Ahorrarles el desgaste que acarrea el trabajo? Por un lado no se cumpliría la función de padre, por el otro, no es necesario ser millonario para viajar por el mundo, sino ahorrativo. Esforzarse por llegar a lo que uno anhela. Acumular en exceso perjudica al resto.
¿Para qué ser millonario?

(Para leer la cuarta parte de Toros que sangran)



©: Felipe Herrero, 2009. Este fragmento forma parte del libro de cuento "Puertas del delirio".

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