domingo, 17 de mayo de 2009

El granjero


Es principio de mayo y me siento en las raíces del álamo que mi tatarabuelo plantó hace doscientos años. Siempre me gusta salir de la choza para reposar un rato. Bajo la sombra infinita, cierro los ojos y pienso en lo que ha vivido este imponente árbol; prácticamente conoce toda la historia argentina. Entonces me estiro para tocar la corteza y del cielo baja una brisa; única brisa de propiedad pampeana que filtra mi cuerpo. El mes de la revolución entra al pulmón con olor a hoja crocante y me cambia.

El otoño de mayo es débil, y las cercanías del invierno acechan desde un sol difuso. Pronto la helada cubrirá estos campos, pronto mi casa será el único lugar habitable.


©: Felipe Herrero, 2009. Este texto forma parte del libro de cuento y relato "Bajo nieve".

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