martes, 2 de diciembre de 2008

Tormenta y llovizna



… a Peter Gabriel.

Se esconde, regresa de la vida que se muere de lleno. Las flores más tristes del jardín de su tía exhalan la impureza de los días secos. Gotas de lluvia aspiran el interior de las flores; algunas se rompen hasta un renacer.
La mujer gotea, el hombre huye al trabajo; y ella queda en una pena, exhausta del vacío dulce que acarrea el llanto. Y después, llega un mar más amplio. Llega una adelantada lluvia roja. Entonces la mujer se rompe en mil pedazos, la lluvia cae por el interior de tormenta; la pérdida, una oportunidad ha pasado hasta nuevo aviso. La mujer es prevenida demasiado tarde, el proceso llega a su fin: la lluvia roja cae hacia el mar púrpura. Y ella está sola, porque el hombre la ha dejado en la mañana.
La mujer se aferra a los objetos de la habitación y llora. Duele perder la capacidad de dar vida. El ciclo es infrenable. Llueve, pero el sol está radiante; y el mundo se mueve para subsistir. Todo lo muerto huye del cuerpo. Los días ocurren, uno tras otro con dolores más nimios y, llegado el momento, la mujer rejuvenece. Loca de alegría sale a la vida que se abre de lleno. 1


1 Peter Gabriel, en su tema “Red rain”, en realidad está haciendo referencia a la bomba de Hiroshima y a lo que acarreó después. Yo también utilizo la lluvia roja como inicio de la muerte; pero lo aplico al fin del ciclo de la mujer.


©: Felipe Herrero, 2009. Este texto forma parte del libro de cuento y relato "Otoño y olvido".

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